Ella siempre dejaba una estela a su paso: un camino de rosas silvestres, un río de pasiones con el tacto del musgo y el aroma a madreselva.
Ella era salvaje en toda su esencia natural. Un gran riesgo para todo mortal. Atentado de muerte contra la cordura y la moral de una enferma sociedad.
Ella era muerte y renacimiento, éxtasis y sosiego.
~Sarânimo.
Ella, como tú, dejaba huella.
ResponderEliminarElla, también aparecía de la nada, de la casualidad, de la coincidencia del lugar exacto, a la hora exacta...
ResponderEliminarY ella, con solo una mirada, una palabra, transmitía algo que él nunca antes había conocido.
Ella,... Esa hada de las tierras del norte... Encontró a un duende, de tierras vascas.
Una Ella así es siempre imprescindible en estas tierras mundanas.
ResponderEliminarBello sitio, de bellas palabras e imágenes.
Saludos desde el sur del mundo.